(Viernes 1-12-2023) Comenzamos hoy diciembre, último mes del año. En sus días vivimos la Navidad, y su preparación, el Adviento. Y también la solemnidad de la Inmaculada Concepción.
Hoy, primer viernes de mes, contemplamos el Corazón de Jesús, para seguir aprendiendo la obediencia amorosa a la voluntad del Padre Dios.
El pesebre en nuestras casas caracteriza a este mes de diciembre: se trata de un elemento que ayuda a la conmemoración de la encarnación del Hijo de Dios.
En muchas casas podemos encontrar también la corona de Adviento, un elemento de la piedad popular que está vinculado a las lecturas que se leen en la misa los cuatro domingo.
El Adviento es el tiempo de la esperanza, porque así que el pueblo de Dios esperó la venida del Redentor (Navidad) así nosotros esperamos la venido gloriosa de Cristo al final de los tiempos (Parusía). También es tiempo de alegría, porque la presencia del Señor es para amor, paz, alegría, redención, reconciliación con los hermanos, servicio desinteresado, etc.
El Adviento es tiempo fuerte de oración, de meditación de la Palabra de Dios, de participación en la liturgia eucarística (misa). Quizás sea oportuna la confesión; porque todos estos elementos nos encaminan a la conversión y a la preparación.
La Navidad, a la que apunta el Adviento, es una fiesta de fe. Por tanto, la preparación es básicamente espiritual. La Virgen María, Madre de la Esperanza, nos ayudará. Nos encomendamos a ella por medio del Rosario y del rezo del Ángelus. Y recordemos también a san José, aquel que participó muy de cerca del misterio del Dios hecho hombre.
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