Hermanas y hermanos de nuestra querida patria: día tras día vemos un pueblo que sufre. Pesa el agobio del desencanto, las promesas incumplidas, los sueños rotos. Pesa también la falta de un horizonte claro para nuestros hijos. Angustia sentir que es cada vez más difícil poner el pan en la mesa, cuidar la salud, imaginar un futuro para los jóvenes. Se suman el miedo a salir a la calle, la violencia y la agresión generalizada. Se hace sentir cada vez más la pérdida de los valores que sostenían la vida familiar y social.
Nos duele en
el alma la deserción de los chicos del colegio, las aulas reemplazadas por una
esquina o un rincón peligroso a la vista de madres impotentes. Volvemos a
olvidar que la mejor política de seguridad es la educación.
No pretendemos
ser expertos en diagnósticos, sólo recogemos el lamento y las lágrimas de la
gente que nos encontramos en nuestros pueblos y barrios. ¿Qué hicimos de
nuestra patria? A cuarenta años de la recuperación de la democracia vemos con
dolor cuánto desaprovechamos las posibilidades que teníamos de construir una
Argentina pujante y feliz.
Pero la bronca
y el cansancio no son buenos consejeros. Invitamos con fervor a seguir
confiando en el camino democrático con la esperanza de que estamos a tiempo.
Siempre es posible renacer si lo hacemos entre todos. Siempre hay camino si
somos capaces de conversar y de ponernos la patria al hombro. Este es un deseo
que no sabe de grietas o partidos, es de un pueblo.
Por eso
pedimos, rogamos a quienes poseen mayores responsabilidades que tengan la
grandeza de pensar en el sufrimiento de muchos, más que en los intereses
mezquinos. La gente necesita recibir propuestas concretas y realistas más que
soluciones tan seductoras como inconsistentes. También espera que se sienten a
escucharse y a discutir con respeto hasta encontrar puntos en común. Ansía
caminar hacia un proyecto estratégico de desarrollo, que abra un horizonte de
esperanza, dignidad, paz social, trabajo y prosperidad, privilegiando a los
tirados al borde del camino.
Por otro lado,
de ésta no zafa nadie. Dice Francisco: “Seamos parte activa en la
rehabilitación y auxilio de las sociedades heridas… Es posible empezar de abajo
y de a uno, pugnar por lo más concreto y local hasta el último rincón de la
patria…” (Fratelli Tutti 77-78). Nos inspiran muchos que ya lo están haciendo. Como
hermanos y conciudadanos queremos invitarlos e invitarnos a cultivar los
grandes valores de la honestidad, la laboriosidad, el respeto, el cuidado de la
vida, la bondad, el servicio, la justicia. Sin ellos no habrá políticas ni
proyectos que nos saquen del pozo. También la actividad política debería estar
cimentada en una vida austera y coherente.
Nosotros como
creyentes también proponemos un camino desde la fe. El Dios que nos dio la vida
y nos quiere tanto puede darnos la fuerza para no bajar los brazos y seguir
luchando. Porque si no actuamos hoy, dejaremos de ser protagonistas para
convertirnos en espectadores fracasados.
Como pequeño
gesto hemos decidido que todas las diócesis del país hagamos una misión
visitando algunos de nuestros barrios donde viven los más vulnerables y
abandonados.
Con todo
cariño pedimos al Señor que bendiga nuestra patria y a la Virgen de Luján que
no nos suelte de la mano.
Los Obispos reunidos en la 122º Asamblea Plenaria
Pilar, 26 de abril de 2023
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