¡Feliz fiesta de Pascua!
Comenzamos a vivir el tiempo de Pascua, el cual se prolonga —por cincuenta días— hasta Pentecostés. Los primeros días conforman la Octava de Pascua, los más importantes de este tiempo litúrgico.
En la Pascua se acentúa el misterio de la resurrección del Señor Jesús según la carne, venciendo así la misma muerte. Espiritualmente se trata de participar de la victoria de Cristo sobre la muerte.
La resurrección tiene la última palabra en la historia, y no la muerte y el mal. Porque Jesucristo resurgiendo del sepulcro nos asegura que la luz vence a las tinieblas, la vida a la muerte, la resurrección a la corrupción. ¡Todo lo que es vida y verdad cobran fuerza en este sagrado tiempo!
Para muchos la Pascua es un día, algo parecido a lo que pasa con la Navidad. Para nosotros los cristianos el Domingo de Pascua es el primer día del tiempo pascual. ¡Son cincuenta! Vivimos la Pascua hasta el día de Pentecostés, cuando celebremos la venida del Espíritu Santo.
¿De qué nos sirve celebrar tantos días la resurrección de Jesucristo de entre los muertos?
Nos sirve para crecer. En efecto, el tiempo pascual es una larga oportunidad que la divina providencia nos regala para dejar que la gracia de Cristo resucitado tome cuerpo en nuestro ser y vida.
Ofrezcamos a Jesús el esfuerzo por traer ante nuestra mirada interior el misterio pascual de su muerte y resurrección. Ese esfuerzo nos ayudará a apreciar la gracia de Cristo, su amor por nosotros; y despertará el deseo de madurar, de crecer, de caminar hacia la luz, la verdad, la vida. ¡Así dejaremos atrás todo lo que sea muerte, y caminaremos decididamente hacia todo lo que sea vida!
En la oración y meditación de la Palabra
¡Qué importantes se vuelven para nosotros la oración constante, y la meditación serena y silenciosa de la Palabra de Dios! Porque con la oración y la Palabra el Espíritu Santo nos regalará una más profunda experiencia del poder de la resurrección de Jesucristo.
¡María, Madre de la Iglesia, camine con nosotros este tiempo pascual! Con ella perseveraremos en la espera del Espíritu de Amor.
¡Caminemos juntos, iluminados por al Cruz!
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